Filtrando lo bueno

Y aquí esta, la última entrada de este bendito blog.

Nunca creí que volvería a hacerlo desde ese último post titulado "Gracias".  Si hago balance de lo que me ha cambiado la vida... lo mismo me mareo y dejo de escribir.

Nunca borraré este blog. No sé si se borran solos, o qué pasará con el tiempo. En muchas de mis entradas hablé de Marisa y su enfermedad -que sabes que fue un tema delicado-, de Pablo y sus Clippers, de mi tío, de mi primera experiencia sexual con la radio, de Oasis... de todo. Y mucho, mucho, de tí.

Parece que ya ha acabado todo. Qué miedo, ¿no? ¿Y si nunca vuelvo a enamorarme igual de otra persona? ¿Voy a estar recordando con nostalgia una cosa que duró desde finales de mis 18 años hasta mediados de mis 20? Pues eso me da mucho miedo.

Creo que he perdido toda mi credebilidad contigo. No digo que no me lo merezca. pero cuando estuvimos juntos fui sincero, fiel, seguro, y te prometo que te quería sin dejarme ni un poco en la reserva. Por favor, nunca olvides ni el concierto de Coldplay, ni la noche en Navacerrada, ni las pellas en tu casa. Eso ha sido el cenit de mi felicidad. Es muy complicado que situaciones así se vuelvan a repetir, y por eso te pido que no me veas mal, y sepas que contigo siempre lo he dado todo y he querido ser el mejor novio posible.

Supongo que sí, que me equivoqué en ese tema que ya sabes... Pero dentro de lo que cabe, no hice nada malo. Hacía dos meses y medio que lo habíamos dejado. No creo que sea una excusa, pero solo quiero que lo sepas, para que esté claro que no hice nada ilegal. Joder, cuando estuve contigo me moría por tí, y había días que pensaba "si se va me muero".

A lo mejor te interesa saberlo: Me he prometido no utilizar nunca más el "mi chica guapa".  Será un 2013 raro, pero espero que se acabe asentando bien. Déjame ironizar un poco: ¿Te das cuenta de que Rusia, pese a estar a 4.000 km, ha entrado de lleno en nuestras vidas?

Hiciste soñar a un chico de barrio, conseguí mi primer trabajo gracias a tí. En fin, no sé que decirte, porque está todo dicho... pero cada vez que suene Champagne Supernova nos recordaré a nosotros haciendo el amor. Aunque pasen mil inviernos más.

Gracias

Si no hubiese sido por este blog, estoy seguro de que no hubiese conseguido mi nuevo puesto de trabajo. Si hubiese dejado de lado la escritura, las crónicas y la improvisación, no tendría ahora mismo esta alegría en el cuerpo. Así que muchísimas gracias a todos por cada una de vuestras visitas, porque ha sido la sangre que ahora me corre por las venas. No se que supondrá a la larga todo esto, pero de momento saborearlo es tan grande que por una vez, mirar al futuro me parece aburrido. 

Intentaré mantener la misma actividad con el blog hasta el momento. Justo este mes hace un año de su apertura. Y fíjate que año. Y que manera de celebrar el aniversario. Intentaré ser el mejor "periodista" de baloncesto durante el tiempo que me dejen. Eso si que lo prometo. 



¿Hola, Hola?

Cuando tenía doce años, llevaba disfrutando de una habitación para mi solo un par de cursos, y la verdad es que gané una independencia increíble. Pero me faltaba algo. Siempre he sido un loco por la música, así que pedí por navidades una cadena de música. Nunca lo olvidaré. Es de estos regalos que aunque los pides no los esperas. Me regalaron una cadena Sony, preciosa y pequeña, que cabía en mi estantería. Con ella, iba también un disco de Andrés Calamaro, "El Palacio de las Flores". Ese gesto, se podría decir claramente, que cambió mi vida.

1Q84 - Haruki Murakami


"Mi novela 1Q84 quiere describir todo lo que existe" dijo Murakami a la prensa española al presentar esta trilogía. Los protagonistas, Tengo y Aomame, viven en el Japón de 1984. Y sí, como resulta obvio, el título de la novela es un guiño a la famosísima distopía de Orwell, llamada 1984. La diferencia, es que este título tiene una Q, porque al parecer, en japonés 9 y Q tienen la misma sonoridad.

2.000 visitas

Llegan las 2.000 visitas un 12 de agosto, con la calorina en los huesos, con pocos discos nuevos, con pelis muy aburridas, y con la plata olímpica en baloncesto recíén conseguida. Gracias a todo aquel que visita este espacio, de verdad. Y si es por error, que no vuelva a ocurrir.

Seguramente en agosto haya mil cosas más por contar. Aunque eso no quiere decir que me haya quedado sin ideas.

Saludos, y a pasar calor.


Dream Team 5.0

Llegará la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y ondeará más arriba la bandera estadounidense por decimotercera vez? ¿Igualará LeBron James a Jordan, al ganar campeonato NBA y Oro olímpico el mismo año? Hay muchas probabilidades de batacazo olímpico. Brasil les puso en apuros en un partido amistoso. Argentina esta noche perdió solamente 86-80. Y España está jugando de lujo y arrollando a sus rivales. Pero ese no es el debate. Sin duda, en este momento el baloncesto se encuentra en su etapa más igualada de la historia. Los NBA americanos ya no son marcianos. Los NBA europeos son de niveles incluso superiores. EE.UU lleva el juego interior más flojo de todos los equipos con opción a medalla.  Tyson Chandler (NYK), Antony Davis (NOH) y Kevin Love (MIN). Pese a que Kevin Love promedia más de 13 rebotes y 26 puntos por partido, Chandler es el mejor defensor (titulo bajo el brazo) de la NBA y Davis es la futura joya de la liga, el equipo hace aguas por dentro. Splitter con Brasil, Scola con Argentina, Pau, Marc, Ibaka... con España. Incluso otras selecciones con un buen día, (aunque sería soñar) como Australia o Rusia pueden darle un susto. 
De esta foto sobra Blake Griffin y falta Antonhy Davis


Mapa Satírico de Europa



Creo que merece la pena se veía Europa hace unos doscientos años. El sentido del humor no se pierde nunca.

Rock in Rio - 30/6/2012. Día 1

"Hoy es el día de la música en español, aquí en el Rock in Río. Hay que reivindicar la música en castellano." Esas eran las palabras que decía a eso de las 19:30 Leire, la cantante de la Oreja de Van Gogh, en un show que hizo muchísimo ruido y ofreció un buen espectáculo.  Y tenía razón, era el día en el que todos los grupos del llamado Escenario Mundo eran músicos que tocarían en castellano. Solo a excepción de Lenny Kravitz, que se comería la noche a las pocas horas.

El "Rock" in Rio, es un día, un festival, una semana, para estar contento de vivir la música. Niños de 4 años, adolescentes de 16, gente de 25-30-35 años, y grupos de amigos rondando los cincuenta. Allí todo el mundo tenía cabida. Lo importante era pasar un buen rato, al aire libre, con música de fondo continuamente, y celebrar la llegada del verano. Una tirolina de 200 metros de largo en continuo funcionamiento, la tradicional Noria gigantesca, y miles de tiendas, de lugares de reunión... de buena organización. Autobuses saliendo cada 3 minutos desde el Santiago Bernabéu hasta el recinto de Arganda del Rey. De todos los festivales, este puede ser de los que presuman de tener una organización más perfecta. 

En torno a dos ideas: "pérdida" y "restauración" de España.


Publico aquí un artículo de una compañera de clase. titulado "En torno a dos ideas: "pérdida" y "restauración" de España". Una evolución, fundamentalmente medieval y desde dos puntos de vista completamente diferentes de estos conceptos. Espero que os guste. Esta compañera, Aurora Gónzalez, tiene un blog donde publica estos pequeños análisis, que merecen desde luego la pena. Este blog se llama http://marcbylahistoria.blogspot.com.es/ y os aconsejo pasaros a echar un vistazo. Este artículo, obviamente, lo pongo con su permiso. Disfrutadlo.

Las edades y la muerte



HANS BALDUNG GRIEN (1484/5-1545)
Las edades y la muerte
Óleo/Tabla 151 x 61 cm
Museo del Prado, Madrid

Ten Storey Love Song - The Stone Roses



Esta canción, de los míticos y recuperados para la causa de la buena música, The Stone Roses, se titula "Ten Storey Love Song".

Un sonido inicial tremendamente beatle, con enorme distorsión y psicodelia. En los primeros compases, al oírse, se puede ver claramente la influencia que ha tenido sobre bandas británicas, como The Verve. Pero luego... luego. Luego llega el sonido STONE ROSES. Ese sonido que nadie más y nunca más ha conseguido y conseguirá. Que si pop, que si dance, que si indie, que si rock... música de los dioses. 

Esta banda ha dejado un legado enorme en la música, sobre todo un importante calado en la música que vino de los noventa. Aunque hay bandas, como Love of Lesbian que no se desvían de esta sagrada religión. 

Espero con todas mis ganas un concierto de estos mancunianos en Madrid, para poder deleitarme con ellos, y poder decir que he podido vivir un ratito en la movida brit-pop inglesa. Ojalá su futuro sea la mitad de reseñable que su pasado, ya que en el presente levantan muchísimas expectativas. Sí con solo dos discos dieron la vuelta a las entrañas de la música, habrá que ver que son capaces ahora, cuando la música atraviesa un momento muy duro, y muy triste. 

Solo para dejar clara la enorme influencia de Stone Roses en la música, os dejo una canción de Oasis, que homenajea este tema que os estoy "mostrando" (si fuese otra canción se podría hablar de plagio) de sus ídolos y amigos que tanto han querido siempre.




Hermanos y Enemigos

Hoy hace 19 años que murió Drazen Petrovic. Jugador Croata (y Yugoslavo), base-escolta, un genio. Para muchos, el mejor jugador europeo de la historia. Para otros, como Larry Bird, probablemente el mejor jugador del planeta. Por edad, no tuve la suerte de disfrutarlo, pero os aseguro que viendo vídeos y partidos, sabes que es más fácil ser Jordan que ser Petrovic. Jordan era explosivo, talentoso, pero tremendamente físico. Petrovic era un genio, un tirador, pasador, listo, máquina... muy chupón, pero una bestia. El combo Divac-Petrovic podría ser fácilmente Hall of Fame de la NBA. Al igual que Magic-Jabbar,  Kobe-Shaq, Stockton-Malone o Navarro-Gasol. 

Sé que suena exagerado, y es cierto que es "más fácil" defender a Petrovic que a Jordan, porque por desgracia el físico todo lo puede. Pero Drazen es el jugador con más talento que yo he visto nunca. Si lees esto y has sido jugador en tus ratos libres de baloncesto, entiendo que prefieres meter 6 triples seguidos a 6 entradas a canasta. 



Este documental, para el amante del baloncesto, para el amante de la historia, es ineludible
Sin duda, la selección Yugoslava de basket de los 80 y 90 es de esas que todo el mundo recuerda. Por desgracia, la guerra Civil de los 90 allí en los Balcanes, desintegró a base de sangre, muerte y las impactantes "limpiezas étnicas" ese país. La independencia de Croacia y Eslovenia desató una guerra civil que supuso la lenta desaparición de Yugoslavia. Petro, croata; Divac, serbio. Esa división se hizo latente entre ellos, reconocidos grandes amigos. 

Grande Petrovic, disfrutad del vídeo. No fue más grande porque no pudo. 

Egipto. Elecciones.

En tiempos de crisis, en tiempos oscuros, en tiempos negros, siempre hay momentos para el optimismo. Décadas y décadas han sido necesarias para que en Egipto pudieran producirse unas elecciones para elegir  a un presidente electo. Hosni Mubarak, dictador egipcio, cayó del poder tras revueltas populares hace cosa de un año. No hay buenos candidatos, no hay buenas salidas, hay inseguridad... pero en Egipto hay síntomas de libertad. Esa rebeldía egipcia contagió al resto de África, y como todos sabemos, produjo entre otras cosas la caída del dictador libio Gadafi. 

El discurso de Mubarak anunciando su marcha

Según la prensa y las previsiones, en Egipto el sucesor de Mubarak será un allegado a sus gobiernos, Ahmed Shafiq. Una línea que denominan continuista. La diferencia es que antes era una dictadura y lo de ahora es una democracia. Tal vez hemos olvidado la presencia de Adolfo Suárez y Manuel Fraga en las elecciones generales tras la muerte del dictador Franco en España. Se nos olvida lo duras y difusas que son las transiciones, el miedo que produce el cambio (de verdad).
Es bonito ver como un pueblo como el egipcio ansiaba tanto ese momento, que llevó a que las urnas tuvieran que cerrar más tarde de lo previsto, debido a la enorme afluencia que produjeron las elecciones. No ha sido fácil la convivencia de ese consejo militar, que duró casi un año al frente del país. Causó agitación y agresividad. Tensó (tal vez) demasiado algo que ya estaba muy estirado. Pero el momento del progreso ha llegado. Desde el momento en que Mubarak decidió dimitir de su cargo, se abrió una brecha en Egipto que solo tiene una vía: la del progreso. 


 Egipto es un país clave en África. Su progreso debe afectar al Islam (sunní en este caso), a los árabes, a los coptos, a los ortodoxos, a los países vecinos. Su progreso tiene que ayudar al progreso del resto de África en la medida de lo posible. Así que no seamos demagogos, eurocentristas, pro-Merkel, pro-Hollande. Durante esta semana seamos egipcios. 

Coldplay - Vicente Calderón - 20 de Mayo



20 de mayo. Madrid. Hace 8 meses, en la Plaza de las Ventas, la lluvia estuvo amenazando durante la hora y media en la que Coldplay dio un enorme espectáculo. Qué tendrán estos ingleses, que llevan la lluvia a donde van. La noche en el que el Vicente Calderón se llenó a reventar, había estado precedida por una tarde en la que los teloneros tuvieron que mojarse para intentar calentar al público, algo que era completamente imposible, pues la lluvia destrozaba el ambiente y el granizo caía entre la multitud. No llegaba la masa aún siquiera a 15.000 personas, pero había nervios. De repente, los dioses de la música decidieron intervenir. Un hechizo hizo volar los nubarrones negros y salió el sol, y con él la gente de nuevo. En apenas media hora, el estadio estaba lleno. Eran las 9:30 y la gente se inquietaba, aunque no sería hasta 30 minutos más tarde cuando Chris Martin y los suyos (es así, el espectáculo lo pone él) entraron en escena. 55.000 muñecas se iluminaron gracias a unas pulseras repartidas en las diferentes entradas. Fuegos artificiales, rayos de luz, gritos y la banda sonora de Regreso al Futuro, para dar paso al primer tema del concierto Just like Heaven. No faltaron ninguno de los temas que les han alzado a la fama. Antes o después sonaron sus himnos: Yellow con una breve introducción acústica, la fortísima guitarra de In my place, The Scientist, el primer plagio (con perdón) Viva la vida, Fix you, Clocks, el último plagio (con perdón) Every drop is a waterfall, además de una nueva joya creada, Paradise.

Pero el concierto tomó matiz de ladrillo. Debo ser de los pocos que estaban allí que en algún momento se aburrió. Me gusta que los artistas interactúen con el público, y encima tengan grandísimas canciones bajo el brazo. Pero hay un límite. Lo del domingo no fue un concierto, fue un show. La música pasó a un segundo plano. Importaba que la pulsera se encendiera, que Chris Martin bailara por el escenario, que los fuegos artificiales fueran enormes... Pero Coldplay no fue capaz de transmitir ni una décima parte de lo que transmitió en las Ventas hace ya 8 largos meses. Y tal vez la clave fue que mataron el espíritu del rock de estadio. U2, Oasis, The Rolling Stone, Muse, The Black Keys, Bruce Springsteen... esas bandas si tienen alma de estadios. Tienen en torno a 20 canciones (si no más) que hacen que te puedas volver loco en el césped de un campo de fútbol. Coldplay (empezando porque no pasaban por su mejor noche) tocó canciones como Up in flames, Speed of Sound, y ralentizaron muchísimo el concierto. Y eso no lo puedes hacer si tienes 55.000 persona delante. Porque no estás hablando de la Joy Eslava (900 personas), de la Riviera (2.500) del Palacio de Vistalegre (8.000), de las Ventas (14.000) ni del Palacio de los Deportes (casi 20.000). Estamos hablando del Vicente Calderón a las 22:00. Es un escenario inmenso, donde juegos de colores, de luces de sombras y pantallas inmensas no son suficientes. Coldplay no supo ver donde se encontraba. Tampoco era posible, pues el show estaba sí montado, y no se podía cambiar. Pero sin duda el punto de depresión del concierto fue cuando tras la sosa  Up in flames se marcaron una Princess of China mientras en las pantallas aparecía Rihanna cantando su parte de la canción. Ese playback fue la gota que colmó el vaso. El público siguió chillando y "cantando" (muchos de ellos no conocían más que Viva la Vida) ya que el momento lo precisaba, pero tal vez después de esta gira Coldplay deba recapacitar. El hecho de hacer un último disco, Mylo Xyloto, más comercial y con esos ritmos pop-estadio, no quiere decir que tengan la calidad para ello. El rock transmite cosas que otros no puede, por eso hay canciones que pasan a la historia, y hay canciones que mueren olvidadas. Hacer un concierto con casi 60.000 almas delante, implica muchos factores, que este grupo de momento no tiene. Coldplay alberga en su repertorio 2 de las 20 mejor canciones de lo que llevamos de siglo. Parachutes es un discazo, Viva la vida or death and All his friends es un pedazo de disco con canciones tremendamente buenas. Pero el estadio es para el rock. El pop (siendo fabuloso) tiene limitaciones. Y si no, que se lo digan a Black Eyed Peas, que tocaron hace un tiempo en este mismo estadio, y la gente no sabía por qué había comprado la entrada. 



Club Baloncesto Estudiantes

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DEL BALONCESTO MUNDIAL
* Un equipo de patio de colegio:  
- 3 Copas del rey
- 7 Finales de Copa
- 4 Finales de liga
- 1 Final Four Euroliga
- 2 Finales Copa Korak
- 2 Semifinales Copa ULEB
- 2 Semifinales de Recopa
- 3 Canteranos Campeones del Mundo
- 1 Entrenador Campeón del Mundo
- 2 Canteranos NBA
- 2 Canteranos Campeones de Europa
- 2 Canteranos Finalistas Olímpicos



  








    

Más manifestaciones contra la reforma laboral



He tenido la suerte de poder publicar un artículo (esperemos que no sea el 
último) en la página de Internet www.patatabrava.com. Es sobre la reforma laboral, aquí os dejo lo que publicaron, que ante todo, soy fiel a Live Forever. Y bien queda un rato. Un saludo.



Origen de la revolución en Cataluña de 1640.

Como sabéis, el año 1640 para la península significó convulsión y revueltas. La revuelta del reino de Portugal trajo su independencia, y la revuelta en Cataluña significó su ruptura con el reino de Castilla, uniéndose a Francia, aunque en 1652 formarían de nuevo parte de España. Es aquí, donde probablemente, comience en un sentido más agudo el sentimiento catalán propio y el sentimiento de independentismo. Obviamente no es el s.XVII cuando todo esto se hace evidente, ya que Cataluña tiene históricamente una sensibilidad diferente que nunca se ha sabido entender desde los gobiernos centrales. Pero si puede ser el comienzo de empezar a proclamar un sentido diferente y único. He realizado un trabajo de todo lo que llevó a la revuelta de 1640 en Cataluña, aproximadamente desde 1615-16. Es muy extenso, unas 7 hojas, y probablemente solo interese para alguien que haga un trabajo relacionado con la materia. Como he encontrado poco en Internet, creo que colocando este archivo en la red ayudaré (tal vez) a futuros estudiantes. Recordad que es un trabajo hecho por mí, basado en la bibliografía de John Elliott. 

Leiva - La Riviera - 12/04/2012

Viva el rock, pensábamos al salir de allí. Viva el rock, viva la música.
Cuando de repente después de casi veinte minutos de más de espera, se apagan las lucesy aparecía en en el escenario una figurita con planta de peón de ajedrez, pero con alma de Pete Townshend. Era Leiva, presentando en Madrid su disco en solitario Diciembre.
Antes los chicos de Mucho, hicieron de teloneros avivando el ambiente un poco tranquilo de la sala. Con sus canciones post- Sunday Drivers, cantando en castellano y con la versión de The Black Keys, Gold on the Ceiling del último disco de los de Ohio, consiguieron meter ritmo a la noche que empezaba. Tras la primera media hora de rock donde estos toledanos tocaron de entre sus temas alguno como Vas a saturar se inició un periodo de espera insoportable. `


Sal Leiva, sal. Vamos Leiva, por Dios.
 Y salió. Sombrero en la cabeza, pañuelos y fulares en el micro, su tema Nunca Nadie abrió el concierto de rock que Madrid necesitaba. Saliéndose del ritmo pereza, con su particular banda (dos vientos, un teclado, dos percusiones, dos guitarras y un bajo) hicieron que antiguos sonidos entraran en el corazón. 
Suena Penaltis, suena Éxtasis, de su nuevo disco, y el público se vuelve completamente loco. Son temazos, que durante sus 3-4 minutos de duración, traen sonidos acústicos, rockeros, soul, pop... son canciones mejoradas en cuánto al sonido que el propio Leiva dice que intentó a la hora de grabarlas. De un sonido mucho más acústico, se da el salto al rock. La única excepción de todo el concierto tal vez fue Vis a Vis, que mantuvo el ritmo predeterminado por el disco. 
En cuanto al resto del concierto, sonaron los grandes temas de Pereza. Como lo tienes tú tronaba rockera en los primeros compases del concierto. Superhermanas en el ecuador. Fue tras una breve pausa, haciendo el amago de irse, cuando la banda tocó los grandes temas del último disco de Pereza, Aviones.  Amelie y Lady Madrid engancharon al público y les hicieron gritar como nunca en todo el concierto. No faltaron en todo el show el single Eme o Miedo que gana mil puntos cuando suena en directo y el público se deja la piel. Hubo un momento para el más grande, cuando Leiva, tras decir "Es nuestro Bob Dylan español" se soltó (y bordó) la canción-novela negra y obra maestra El caso de la rubia platino. Se hizo una versión también del tema de Sidecars, Ya no tengo problemas, aprovechando que Juancho, el hermano de Leiva y cantante de este grupo, forma la segunda guitarra en esta banda.
Además, lo grato de ir a un concierto de un grupo castellano, es la conexión con el público. Poder dedicar canciones y sembrar la duda entre el público: "¿Será para Rubén?" o poder narrar una historia en la cuál el propio Leiva dice que casi se mata, y poder gritar a la sala de la Riviera: Qué bien sienta estar vivo. 
Y tanto que sienta bien.
Viva el rock, viva Pereza, viva Leiva, Rubén, Juancho, Tuli, la Riviera, el Manzanares, la música y la guitarra, pensaba el público mientras la banda se despedía a ritmo de The Faces y Stay with me bailando por la pista que habían domado, y mirando al público que se habían comido. 



Lo que más - Rubén Pozo

Hace poco publicaba una canción de Pereza, y hace menos aún una versión de estos chicos tocando el clásico Qué hace una chica como tú en un sitio como este.
Como probablemente todos sepáis, Leiva y Rubén Pozo, los chicos de Pereza, se han separado un tiempo para hacer proyectos de manera independiente. Y la separación, aunque los fans ven en ella un fin para siempre, es temporal, porque ya tienen fecha para un concierto en el Palacio de Vistalegre, el 8 de junio. 
El caso es que Leiva, con su disco Diciembre, y Rubén, con su disco Lo que más, tienen proyectos diferentes. Muy diferentes. 
Del disco de Leiva hablaré otro día. Sabed además que el 12 de abril tengo cita con él en La Riviera. 

Portada del disco
En cuanto al bueno de Rubén y su disco, ha traído el sonido más rockero desde los primeros Pereza.  Tiene grandes canciones como Nombre de canción, Chavalita, Pegatina (el single) y San Valentín. Tengo que decir que Chavalita me ha vuelto loco. 
Con todos mis respetos y admiración, no tiene una gran voz, pero es la que más me transmite su rock, sus ganas y su sentimiento del panorama actual. Tiene letras claras, no hay metáforas que escondan el mensaje que tienen dentro. Son letras al estilo Beatles, al estilo Tequila. 
La música, con baterías sonoras y rectas, sin demasiada variación en las canciones, deja que las protagonistas  sean las guitarras. Acústicas, eléctricas, combinadas, solistas, rítmicas... Un disco que es real. 
Es un disco corto, a pesar de tener 12 canciones, se digiere rápido. Lo más característico de Rubén son los juegos de palabras que utiliza en sus canciones, consiguiendo clavar en los versos las palabras que quiere decir. Ni más ni menos. Ese estilo es parecido a Ismael Serrano, pero mucho más rítmico y con tintes de ironía en ocasiones. 
No sé si se me está notando, pero soy fan de Rubén Pozo. Su columna mensual en la revista Rolling Stone ha sido una de las razones por las que he comprado la revista durante algunos meses. Sus entrevistas en radios y periódicos online son dignas de tener en cuenta. Es un tipo natural, que tiene la música grapada en el alma, que tiene guitarras "bonitas y caras" y que sabe llevar la fama de una manera muy normal. Si Sabina te echa el ojo, es que eres grande, muy grande. 

Según contó en su entrevista en Abierto hasta las 2, el programa de radio de RNE, el disco y la gira los ha montado con gente de su barrio, que siendo grandes músicos, nunca habían podido tener éxito. He pensado en si alguien hiciese eso conmigo, o mi hermano. Lo grande que debe ser que te aúpen a un sueño que no había sido posible. ¿Cómo puede caer mal Rubén, haciendo cosas cómo esta? Y por cierto, que mejor manera que recuperar el rock en tus venas, que buscando las raíces de tus amigos y tu barrio. 
Si no me equivoco, tiene fecha para un concierto en Madrid, en la sala Joy Eslava. Como diría este chico, la putada, es que me cae en fecha de exámenes. Si no dad por hecho que estaría allí el primero. 
Su página web, que podéis ver si pincháis aquí, está llena de cosas chulas e interesantes.

Por último, quería dejaros una canción, Nombre de Canción. Tiene el que es para mí el verso más puro de todo el disco. El verso que querrías gritar a tus amigos siempre. 

Fuimos de la misma pandilla, y si tú ardes yo me quemo.



Qué hace una chica como tú en un sitio como este

No soy demasiado fan de las versiones. De hecho, siempre me pongo en contra de las versiones, porque normalmente solo tienen un sentido, que es el de sacar el dinero de canciones que son irrepetibles. Me está viniendo a la cabeza ahora la versión de La chica de ayer de Enrique Iglesias. Ese es el ejemplo. También podemos fijarnos en Operación Triunfo, donde cada semana había unas 10 canciones versionadas, muchas veces rompiendo el alma. Me ha venido el flash de la versión de Los Manolos de la mítica canción de The Beatles All my loving o la versión que hicieron de la versión de Sinatra (Tengo entendido que le puso la letra que todos conocemos) Strangers in the night

Estas versiones las hace la gente que no puede hacer esas canciones, y que se rinden a los temas. Luego está OT y Kike Santander que van por una vía tan diferente a la música de verdad, que no nos interesa.
Los 80 hicieron mucho daño a la estética... pero este grupo es de los 90.

Pero luego hay otro tipo de versión. La versión del fan. La versión del tipo que con talento, decide rendir un homenaje. Decide que las canciones que tocaba con su grupo cuando no eran nadie, se merecen un reconocimiento. Porque sin esas canciones, ellos no serían siquiera músicos. Con esas versiones, u homenajes, lo que hacen es poner una brecha entre grandes y maestros. Claman: Esto es lo que haría... si pudiera". Pero luego son tan grandes, que hacen canciones, no sé si mejores, pero desde luego se ganan el pan con ellas. 
Y si me dejáis, quiero enseñaros mis versiones favoritas, que son siete. 



1. Cum on feel the noise. La original es de Slade, un grupo de la corriente Glam Rock, que vestían lo más irreverente posible, y maltrataban las guitarras. La versión es de Oasis, ese grupo que da nombre al blog, y que en mi humilde opinión, han podido valerse por sí mismos independientemente de esta canción. Aqui Liam y Noel Gallagher revientan la canción con sus voces y las guitarras. No es mejor que la original, pero desde luego merece un hueco entre las mejores. Destaca también su versión de I am the Walrus, de los Beatles más psicodélicos.


2. ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?. Esta canción es de los inmortales Burning. Todos la conocemos, es una canción sagrada de la religión del rock español.  Tal vez (por ponerle un pero) está falta de más sonido, más guitarra, más bateria, más voz... pero es insuperable. En este vídeo los Pereza, Alejo Stivel (mítico cantante de Tequila) y Juancho (cantante de Sidecars, aquí a la batería) limpian la canción, y la hacen crecer hasta nuestros días. Para no olvidar donde están las raíces. 

3. Knocking on heavens door. La canción de un tal Bob Dylan, compuesta para la película Pat Garrett y Billy el niño, es probable que se incluya entre las mejores 20 canciones del siglo XX y de la historia. Pues esta versión es de Gun's and Roses, que según tengo entendido, también fueron un poco grandes. Perfecta versión, con identidad propia, que hace parecer que Dylan la escribió pensando en la voz de Axl Rose y para la guitarra de Slash. Podéis ver también la versión de The Rolling Stone del tema Like a Rolling Stone


4. Quiero beber hasta perder el control. La original es la compuesta por Los Secretos. Con ese ritmo lento y voz triste, que hace que la letra sean cuchillos afilados y dolorosos. Pues este temazo, Fito Cabrales con sus fitilpaldis hizo que se viera de otra manera. Con una apabullante presencia de guitarras, y la voz alta y clara de Fito, parece un tema al margen del original. Suena más a venganza. Es brillante, y es Fito. Tienen otra enorme versión de la cancion de Radio Futura, la Negra Flor.

5. 1999. Es la canción más reciente de las siete. Es la canción que da nombre al último disco de Love of Lesbian. Este elepé es para mi el mejor disco de la década pasada en España, respetando a otros enormes discazos, como Canciones para el tiempo y la distancia de Ivan Ferreiro o Lo más lejos a tu lado de los ya nombrados Fito y los Fitipaldis. Pues bien, la versión de esta canción es del propio Ivan Ferreiro, que al parecer es amigo de Santi Balmes y compañía, autores de esta canción. Solo necesita un piano y una guitarra para narrar la peor realidad del ser humano. 


6. Maggie. La original es de Rod Stewart, canción que dio la vuelta al mundo varias veces, donde a la guitarra estaba el ahora Rolling Ron Wood. La versión, completamente españolizada (y en mi opinión mejorada) es de M-Clan, que la bordan en directo. Conocida es también la versión que hicieron en los noventa Llamando a tierra, versión de la canción Serenade.


7. Eclipse de mar. Este temazo del maestro Joaquín Sabina, que abre el disco Mentiras Piadosas, es interpretado por los hermanos Estopa y María Jiménez. Cambian el ritmo hacia la rumba catalana que tanto les gusta a los Estopa, influenciados (tal vez) por Los Manolos.


Con esta manera tan fina de hilar el principio de la entrada con la última canción, quiero dejar claro que estas no son las mejores versiones. No sé cuáles son las mejores. Lo único que sí se es que estas canciones, y estas versiones me marcaron. Y lo que también sé, es que estos covers se hicieron por amor al arte, por amor a la música, y por admiración hacia los ídolos.

I love this game





Este es el único elemento que envido de los estadounidenses. La NBA. Si por mi fuera, me quedaría todos los días hasta las cinco de la mañana para ver jugar a Lakers, Boston, NYK, Miami, Phoenix, Chicago...
Para ver a Rose, a Durant, a Gasol, Kobe, LeBron (y criticarle), a Carmelo, a Jeremy Lin, a Kevin Love, a Ricky... De verdad que me encanta la NBA.
Y es que ahora mismo estoy viendo en Internet el partido de New York Knicks contra Orlando Magic, y me da envidia la gente que puede verlo en un horario normal. Sin trasnochar. Mientras cenas, comes, te echas la siesta... Ver a Baron Davis, a Howard, a Carmelo Anthony, Turkoglu, Chaendler... que jugones.

 Una pizarra donde marcar las jugadas, una televisión donde verlas. Escuchar a Daimiel, a Loncar, a Carnicero... vivir el basket por la noche. Ese sería mi gran placer. Andrés Montés no lo pillé a tiempo, pero hubiese sido un jugón todas las noches con él. Yo he sido un raza blanca tirador.


Ojala algún día podamos ver la NBA a horas normales. Basta de este ocultismo. Malditos yanquis, compartid vuestro secreto. Dadnos parte del oro. Dadnos un poco de NBA. Dadnos espectáculo, quedaos la NFL, el Soccer, el Hockey, el Baseball. Dadnos el basket, que no sabéis aprovecharlo.

I love this game.

Una de las fotos más simbólicas del baloncesto español

Yo soy de la generación Pau Gasol. Este chico dijo cuando era pequeño a un profesor: Un día jugaré contra Jordan. No fue el único que jugó contra él. Todos hemos vivido su sueño. Todos hemos vivido sus anillos, sus Lakers, sus Memphis, sus idas y venidas. Somos la generación Pau Gasol. Y no habrá otra como esta en toda la historia del baloncesto español. Qué menos que darnos al menos un partidillo en un horario trivial.


Seguirías salvándome cuando todo el resto del mundo se volviese indiferente y se diese por vencido.


Aunque no lo parezca, Bukowski era un perfecto romántico. El problema es que nunca lo decía. Antes habla de un caballo de carreras como un flotador en el planeta tierra que de su chica.

Si las chicas ligaran como los chicos


La verdad es que todos los hombres lo hemos pensado. Cuando oyes a una mujer decir "Es agobiante que todo el rato te estén entrando chicos" la respuesta del hombre suele ser carcajada o indignación. Todos pensamos que no. Sin embargo, este vídeo sitúa lo que podría ser una realidad paralela. 

La peste vista por Daniel Defoe

Este texto que voy a colgar, es un extracto de una obra de Daniel Defoe, el conocido autor inglés, que narra como fue vivir la pandemia de la peste en el s.XVIII, en 1722. Espero que os guste, porque tiene un enorme valor historiográfico.

Estábamos a principios de agosto, y la plaga se desencadenó con una violencia inaudita en el barrio donde yo vivía. El doctor Heath acudió a verme, comprobó que yo me aventuraba demasiado en salir a la calle y me aconsejó que me encerrara inmediatamente, junto con mi familia, que no autorizara la salida de ninguno  de los míos y que mantuviera cerrados los postigos, las ventanas y las cortinas, sin abrirlos jamás. Pero ante todo nos dijo que quemásemos en la habitación resina y pez, azufre o pólvora de fusil y otras materias semejantes, cuidando de tener cerrada la puerta o la ventana. Cosa que hicimos durante algún tiempo. Pero yo carecía de provisiones para tan largo retiro, y nos fue imposible permanecer en la casa sin movernos. Con todo, intenté, pese a lo tardío de la época, hacer algo con ese propósito. En primer lugar, como tengo facilidad para amasar y batir, salí y traje dos talegas de harina, y durante varias semanas cocimos  nuestro propio pan; también compré malta, e hicimos tanta cerveza como podían contener las vasijas de la casa. Todo lo cual pareció suficiente para cinco o seis semanas. Me procuré igualmente una cantidad de mantequilla salada y queso de Cheshire. Pero carecíamos de carne, y la peste hacía tales y tan violentos estragos en los mataderos y entre los carniceros que en gran número vivían del otro lado de nuestra calle, que no habría sido siquiera imaginable cruzar la calzada para ir a buscarla. 
 



Nuevamente debo observar que la necesidad de salir de las casas para comprar provisiones fue, en gran medida, la ruina de nuestra ciudad, pues en tales ocasiones las personas se contaminaban unas a otras, y hasta las provisiones quedaban a menudo infectadas. Tengo la certeza de que los carniceros de Whitechapel, donde se faenaba la mayor parte de la carne, fueron lamentablemente afectados, al menos hasta el punto de que muy pocos de sus comercios quedaron abiertos. Los que no contrajeron la peste, mataban su ganado en Mile 
End, o de este lado, y en caballos llevaban la carne al mercado. No obstante, la pobre gente no podía aprovisionarse y tenía necesidad de ir al mercado o de enviar a sus sirvientes o a sus hijos; y como esta necesidad se renovaba día tras día, había en el mercado un gran número de personas enfermas: muchos acudían sanos y regresaban trayendo con ellos la muerte. 

Es verdad que se tomaban todas las precauciones posibles. Cuando alguien compraba un trozo de carne, no tomaba éste de manos del carnicero, sino que directamente lo sacaba del gancho. Y por otra parte el carnicero no tocaba el dinero: lo hacía depositar en un pote lleno de vinagre, destinado a este uso. El comprador siempre llevaba monedas, a f n de poder pagar exactamente la suma que fuera, sin necesidad de vuelta. También llevaban frascos de esencias y perfumes; se empleaban todos los medios de que fuera posible valerse. Pero los pobres no 
disponían de ninguno de tales medios y corrían todos los riesgos. Día tras día oíamos un número infinito de historias a este respecto. A veces un hombre, o una mujer, caía en el mercado mismo, porque muchos de los que llevaban la peste lo ignoraban, hasta que la gangrena interior afectaba sus centros vitales; entonces morían en unos pocos momentos. Por eso muchos perecieron súbitamente en la calle sin la menor advertencia. Otros tuvieron el tiempo justo de ir hasta el puesto más próximo, o bajo un soportal, para sentarse y morir, como ya dije antes. 


Un par de días después de ver esto en tu cuerpo, fallecías.
 

Esto era cosa tan frecuente en las calles cuando la peste arreciaba, que casi no se podía salir sin ver cadáveres por todas partes, extendidos sobre el suelo. Por otra parte, hay que señalar que en un comienzo las personas se detenían y llamaban a los vecinos para que vieran aquel cuadro, pero después no se le prestó a éste la menor atención. Cuando dábamos con un cuerpo, cruzábamos la calle y no nos acercábamos a él; si lo encontrábamos en un pasaje estrecho, volvíamos sobre nuestros pasos y buscábamos otro camino para dirigirnos a nuestros asuntos. En tal caso el cuerpo quedaba  allí, hasta que los oficiales recibieran la correspondiente información y ordenaran recogerlo, o hasta que, llegada la noche, los enterradores que guiaban la carreta de los muertos lo alzaran y se lo llevaran. Las intrépidas criaturas que cumplían este oficio no dejaban de registrar los bolsillos ni de despojar de sus trajes a los muertos bien vestidos: se llevaban lo que podían. Pero volvamos a los mercados. Los carniceros tomaban tantas precauciones, que en caso de muerte repentina siempre tenían a mano un par de mozos para poner el cadáver en una angarilla y llevarlo al cementerio más próximo. Estos casos eran tan frecuentes, que el registro de defunciones los mencionaba bajo el rótulo de «Hallado muerto en la calle o en el campo», tal como se hace ahora, pero claro que mucho más en los «casos generales» de la gran epidemia. 

Pero la epidemia alcanzó tal furia que hasta los mercados se vieron magramente provistos y muy poco frecuentados por los compradores, en comparación con lo que ocurría antes. El Lord Mayor recomendó a la gente de la campaña que trajera provisiones, que se detuviera al borde de los caminos que llevan  a la ciudad, que se sentara allí junto a sus productos y que vendiera lo que había traído, y que regresara inmediatamente. Muchos fueron los que se animaron a proceder de esa manera, como que vendían sus provisiones a la entrada de la ciudad, e incluso hasta en el campo, principalmente más allá de Whitechapel, en Spitalfield, así como en St. Georges, Southwark, Bunhill y en un gran campo llamado Wood's Close, cerca de Islington. Allá enviaban el Lord Mayor, los concejales y los magistrados a sus agentes y criados a hacer las compras para sus familias, pues también ellos permanecían el mayor tiempo posible en su hogar, como la mayoría de la población. Una vez adoptado este método, los campesinos acudieron alegremente a llevar sus provisiones de todo tipo y muy pocos de ellos contrajeron el mal, lo que, supongo, confirmó el rumor de su milagrosa preservación. 


En cuanto a mi pequeña familia, habiéndome aprovisionado, como ya dije, de pan, mantequilla, queso y cerveza, seguí el consejo de mi amigo médico y me encerré con ella, resuelto a sufrir la privación de vivir algunos meses sin carne antes que poner en peligro nuestra vida. Pero si confiné a mi familia, en cambio no pude imponerle a mi curiosidad, imperfectamente satisfecha, que se quedara absolutamente quieta conmigo en la casa, y no pude impedirme salir, por mucho que generalmente hube de regresar angustiado y espantado. Sólo que no lo hice con tanta frecuencia como al principio. Me sentía un tanto obligado a visitar la casa de mi hermano, situada en la parroquia de Coleman Street y a cuyo cuidado me encontraba. En un primer momento fui allí todos los días, pero más tarde sólo lo hice dos veces por semana. Aquellos paseos ponían muchas lúgubres escenas ante mis ojos, particularmente el de la gente muerta en las calles. Oía los gritos terribles, agudos, penetrantes, de las mujeres que, en su agonía, abrían las ventanas de sus cuartos y lanzaban unos clamores tan sorprendentes como fúnebres. Es imposible describir la variedad de posturas mediante la cual la pobre gente expresaba sus pasiones. 
Un día, al atravesar Tokenhouse Yard, en Lothbury, una ventana se abrió de pronto, violentamente, justo sobre mi cabeza, y tina mujer lanzó tres alaridos aterradores, para en seguida gritar: « ¡Oh, muerte, muerte, muerte!» en un tono inimitable que me llenó de horror y que me heló la sangre en las venas. En  aquella calle no se distinguía un alma y ninguna ventana se abría, pues por entonces la gente ya no sentía la menor curiosidad, y por lo demás nadie podía socorrer a su prójimo. Seguí, pues, mi camino hacia Bell Alley. Justamente en Bell Alley, del lado derecho del callejón, oí un grito más terrible aún, pero que no provenía de una ventana. Una familia íntegra se hallaba presa del espanto, y pude oír cómo mujeres y niños corrían por las habitaciones dando agudos gritos, como si hubieranperdido la cabeza, cuando el ventanuco de un  granero se abrió, alguien llamó desde una 
ventana del otro lado y preguntó: « ¿Qué ocurre?». A lo que respondieron de la primera ventana: « ¡Oh, Señor, mi viejo amo acaba de  colgarse!»; la otra voz inquirió: « ¿Está completamente muerto?». Y la primera contestó: « ¡Ay, ay, completamente muerto, completamente muerto y frío!». Aquella persona era un comerciante muy rico y concejal adjunto. No necesito decir su nombre, aunque lo conozco, pues resultaría muy penoso para su 
familia, que hoy disfruta de una gran prosperidad. Pero es sólo un caso. Y todo lo que ocurría en esos días, particularmente en las familias, era de un horror apenas creíble. La gente, en la violencia de su enfermedad, o torturada por sus bubones -que eran en verdad intolerables-, perdía todo control de sí misma, y delirante, enloquecida, a menudo volvía contra ella sus propias, violentas manos. Se disparaban un pistoletazo, se arrojabanpor las ventanas, etc... En su demencia, algunas madres daban muerte a sus propios hijos; otras simplemente morían de dolor, en un gesto de rebeldía, o de pánico otras, o de asombro, sin hallarse en modo alguno infectadas. Y otras, espantadas, caían en la imbecilidad, en la confusión propia de los idiotas. Hubo quienes, desesperados, se volvieron locos, y otros cayeron en una melancólica demencia. Para algunos, el dolor de los abscesos resultaba particularmente violento e intolerable. Puede decirse que los doctores y los cirujanos torturaron a muchas de aquellas pobres criaturas, aun hasta la muerte. Como a veces los tumores se endurecían, los médicos aplicaban fuertes emplastos astringentes, o cataplasmas,  para hacerlos estallar; y si no lo lograban, 
entonces recurrían al bisturí y practicaban  unas terribles incisiones. En algunos casos, los abscesos se habían endurecido, en parte por la violencia de la enfermedad y en parte porque habían sido brutalmente punzados, y se habían vuelto tan duros, que ya no les entraba ningún instrumento ni era posible cauterizarlos: muchas personas murieron locas furiosas de dolor, y otras durante la operación. Faltaba ayuda para retener a los enfermos en su lecho, o para velar por ellos, y ellos, según acabo de decir, se suicidaban. Algunos escapaban a la calle, tal vez 
desnudos, corrían directamente al río -si no los detenía un vigilante o algún otro funcionario- y se arrojaban al agua, en el sitio que fuera. 


A menudo me partía el alma oír los gemidos y los gritos de aquellos infelices torturados. Sin embargo, esa forma de la enfermedad era de buen augurio. Si los tumores llegaban a madurar, a romperse, a supurar, o, como decía el cirujano, a reabsorberse, el enfermo generalmente sanaba; mientras que quienes, como la hija de aquella dama, eran mortalmente afectados desde un primer momento, a menudo seguían viviendo indiferentes y 
tranquilos hasta muy poco antes de morir, y  a veces hasta el instante en que caían desplomados, como ocurre con frecuencia en los casos de apoplejía y epilepsia. Algunos se sentían súbitamente muy enfermos y corrían en busca de un banco, de un abrigo, de cualquier sitio cómodo que fuese, o, de ser posible, a sus propias casas. Y como ya he mencionado, se sentaban, se desvanecían y morían. Esta muerte era muy parecida a la muerte que sobreviene durante el síncope: los enfermos morían en un sueño. Muchos de los que sucumbían de esta manera casi no tenían conciencia de hallarse infectados, hasta que la gangrena se les extendía por todo el cuerpo. Ni los doctores podían saber con exactitud de qué se trataba, antes de descubrir el pecho u otras partes del cuerpo y comprobar las manchas. 
Por aquella época tuvimos muchas historias espeluznantes de enfermeras y de cuidadores de moribundos; esto es, de enfermeras asalariadas que, en vez de atender a los apestados, los trataban de un modo bárbaro, hambreándolos, asfixiándolos o apresurando su fin por otros medios criminales: es decir, asesinándolos. También se decía que algunos cuidadores, destinados a vigilar las casas puestas bajo consigna, penetraban en éstas, mediante fractura, cuando ya no quedaba más que una persona, quizás acostada y enferma, la mataban y la arrojaban de inmediato a la carreta de los muertos, con lo cual la enviaban aún tibia a la 
tumba. 
No puedo negar que tales homicidios se hayan cometido; creo que dos culpables fueron a parar a la prisión, pero murieron antes de haber sido juzgados, y he oído decir que otros tres fueron absueltos, en distintas oportunidades, del cargo de asesinato de ese tipo. Pero no creo que hayan sido crímenes tan comunes como a muchos les agrada decir. Tampoco puedo negar que en aquel triste tiempo se cometieron muchos robos y malas 
acciones. El poder de la avaricia era tan fuerte que algunos habrían corrido cualquier riesgo con tal de robar o saquear. Y así fue como se aventuraron, sobre todo en las casas cuyas familias y demás moradores habían muerto y, sin entrar a considerar los peligros de la infección, despojaron de su ropa a los cadáveres, llevándose las sábanas entre las que yacían otros cuerpos. Tal fue sin duda el caso de una familia de Houndsditch: un hombre y su hija fueron hallados en el suelo, completamente desnudos, el hombre en una habitación y la hija en otra contigua. Supongo que al resto de la familia ya se lo había llevado el carro de la muerte. Se pensó que los ladrones los habían hecho caer de sus camas, pues las sábanas de éstas habían desaparecido. Preciso es destacar que en aquella calamidad las mujeres eran las más temerarias, las más descaradas, las más insensatas. Muchas se emplearon como nurses para cuidar enfermos y cometieron gran cantidad de pequeños hurtos en las casas que las contrataron. Debido a esas fechorías, algunas fueron públicamente azotadas; más bien deberían haber sido colgadas-para que sirvieran de escarmiento- en razón de los incontables hogares que en semejante ocasión fueron desvalijados. Por fin los oficiales de la parroquia fueron encargados de designar las cuidadoras de los enfermos. Y siempre tomaban buena nota de las mujeres que enviaban, a fin de poder ajustarles las cuentas si llegaban a abusar de las casas a las que eran asignadas. Pero los robos continuaban y recaían, sobre todo, en los vestidos, en la ropa blanca, en lo primero que se encontraba, como anillos o dinero, no bien la persona puesta bajo su cuidado exhalaba el último suspiro. Con todo, no se trataba de un saqueo general. Yo sólo podría citar el caso de una nurse que varios años después, ya en su lecho de muerte, confesó con el más profundo horror los hurtos que había cometido mientras era cuidadora de enfermos y gracias a los cuales se había enriquecido considerablemente. En cuanto a los homicidios, no cuento con ninguna prueba de este tipo, a no ser la que ya he adelantado. 


Se me ha contado, en verdad, el caso de una nurse que habría arrojado un lienzo empapado al rostro del moribundo puesto bajo su cuidado, para poner término a aquella vida que no terminaba de exhalar el último suspiro. Y el de otra nurse que pretendió asfixiar a una joven mientras ésta se hallaba desvanecida y que en ese momento habría vuelto en sí. Y el de otras más que dieron muerte a sus enfermos de tal o cual manera. Y, por último, el de otras que provocaron la muerte por no haberles dado nada de nada. Pero tales historias presentaban dos aspectos sospechosos, que siempre me inducían a desdeñarlas o a considerarlas como meros chismes con los que las personas se aterrorizaban de continuo unas a otras. Ante todo, estuviera uno donde estuviere, la escena siempre  ocurría en el otro extremo de la ciudad, justamente en el opuesto, o bien en el sitio más alejado de aquel en el que se la narraba. Si a uno se la contaban en Whitechapel, la cosa había tenido lugar en St. Giles, o en Westminster, o en Holborn, o de este lado de la ciudad; pero si uno se hallaba de este lado, el asunto había 
sucedido en Whitechapel o en Minories, o bien en la parroquia de Cripplegate. Si a usted le hablaban en la City, ¡oh!, entonces la cosa había ocurrido en Southwark. ¿Le hablaban en Southwark? Entonces se trataba de la City, y siempre así. Por otra parte, cualquiera fuese el lugar  donde uno oía la historia, los detalles eran siempre los mismos: era el trapo doble y mojado arrojado al rostro de un moribundo, y laasfixia de una niña, si bien resultaba evidente, al menos en mi opinión, que en aquellas cosas había más invención que verdad. 
Es cierto, sin embargo, que todo aquello impresionó a la gente, por lo cual se volvió más prudente, según ya he dicho, sobre todo respecto de quienes introducían en sus casas y a los que confiaban su vida, y todos prefirieron, en la medida de lo posible, personas recomendadas. Y cuando no podían contar con  éstas (porque en verdad no abundaban), se dirigían a los oficiales de la parroquia. Pero también en ese aspecto la miseria de aquellos tiempos gravitó pesadamente sobre los pobres, que, una vez afectados, no tenían alimentos, ni remedios, ni médicos, ni farmacéuticos, ni nadie que los socorriera, ni nadie que los cuidara. Muchos  murieron mientras pedían auxilio, con frecuencia incluso, gritando su hambre a través de las ventanas. Pero cabe añadir, eso sí, que cada vez que llegaba a oídos del Lord Mayor el caso de una persona o de una familia reducida a tal extremo, siempre se acudía en su ayuda. Cierto es que en algunas casas cuyos moradores, sin ser especialmente pobres, habían alejado a las mujeres y los niños, así como a los domésticos, si los había, cierto es, digo, que tales moradores, para disminuir sus gastos, se habían encerrado y, no contando con socorro alguno, morían a solas. 
Un vecino de mi conocimiento, con el propósito de que un tendero de Whitecross Street o de las inmediaciones, le facilitara algún dinero, envió a su aprendiz, un muchacho de unos dieciocho años, para que tratara de conseguirle crédito. El muchacho llegó hasta la puerta, la encontró cerrada y golpeó con fuerza. Le pareció que alguien le respondía desde el interior, pero no estaba, muy seguro. Esperó unos momentos y golpeó por segunda vez, y luego por tercera. Alguien bajó entonces por la escalera. Por fin el dueño de casa llegó a la puerta; estaba en calzoncillos y llevaba una chaquetilla de franela amarilla, un par de pantuflas sin medias, un bonete blanco en la cabeza y, como dijo el muchacho, « ¡la muerte en el rostro!». 
Abriendo la puerta, dijo: 
-¿Por qué viene a incomodarme? 
El muchacho, aunque un poco sorprendido, respondió: 
-Vengo de parte del señor...; mi amo me envía en busca de dinero. Me dijo que usted 
estaba al tanto de todo. 
-Muy bien, hijo -contestó el fantasma viviente-. Al pasar por la iglesia de Cripplegate, 
detente y pide que repiquen las campanas. 
Tras estas palabras volvió a cerrar la puerta, subió y murió ese mismo día, tal vez en ese mismo instante. Esta historia me la contó el propio muchacho en persona, y tengo mis buenas razones para darle fe. El caso debe de haber ocurrido cuando la peste no había llegado al máximo -en junio, se me ocurre, a fines de mes-, antes de que anduviera por la ciudad el carro de la muerte, cuando todavía se cumplía con la ceremonia de tocar las campanas por los difuntos. Efectivamente, esta ceremonia ya no se efectuaba en esa parroquia desde julio, como que hacia el 25 de este mes había quinientos cincuenta decesos y más por semana: no se podía andar con formalismos para enterrar a nadie, rico o pobre. Ya he mencionado que, pese al horror que suscitaba tamaña calamidad, el número de los ladrones era grande en cualquier sitio donde hubiese algo que hurtar; se trataba, por lo general, de mujeres. Una mañana, a eso de las once, fui hasta la casa de mi hermano, situada en la parroquia de Coleman Street, para ver si todo se hallaba en orden. En la parte delantera de la casa había un pequeño patio con un muro de ladrillos y una verja; dentro, unos cuantos depósitos con mercancías de todo tipo. Ahora bien, uno de los almacenes guardaba varias cajas de sombreros para mujeres, traídos de la campaña y destinados, supongo, a ser exportados vaya uno a saber a qué país. Al acercarme a la puerta de mi hermano, que daba a un lugar llamado Swan Alley, mesorprendió ver a tres o cuatro mujeres tocadas con aquel tipo de sombrero. Poco después reparé en que una de ellas, si no varias, también llevaba unos cuantos sombreros en las manos. Como no las había visto salir por la puerta, y como además ignoraba los modelos que había en el almacén de mi hermano, no se me ocurrió hablarles y atravesé la calle para evitar encontrarme con ellas -de acuerdo con la costumbre de aquel tiempo- por temor a la peste. Pero al aproximarme a la verja me crucé con otra mujer que también salía cargada de sombreros. 
-¿Qué tiene que hacer aquí, señora? -le dije. 
-Hay más gente en el lugar -respondió-, y no tienen que hacer más que yo. 
Me apresuré a entrar, sin agregar una palabra, y la mujer aprovechó para escapar. Pero ya en la entrada vi que otras dos mujeres atravesaban el patio para salir, llevando, igualmente, sombreros en la cabeza y en las manos. Golpeé la puerta tras de ` mí; ésta tenía pestillo y se cerró. Luego, volviéndome hacia las mujeres: 
-¡Pero qué hacen ustedes aquí! -dije. Y les arranqué los sombreros. 
Una de ellas, que no tenía, lo confieso, apariencia de ladrona, exclamó: 
-Es cierto. Estábamos equivocadas. Pero se nos había dicho que estos bienes ya no 
pertenecían a nadie. Tómelos, si quiere, y vaya a ver allí dentro, porque todavía quedan otras 
clientas. 
Lloraba. Tenía un aspecto tan lastimoso, que le devolví los sombreros. Abrí la verja y dije a aquellas mujeres que se fueran: no podía defenderme del sentimiento de compasión que me inspiraban. Pero apenas volví los ojos hacia el almacén, en la dirección que se me había señalado, vi a seis o siete mujeres más  que se surtían de sombreros, con tanta tranquilidad, con tanta inconsciencia, como si estuviesen en lo de un sombrerero,  comprando con dinero constante y sonante. Lo que me asombraba era, más que la vista de todas aquellas ladronas, las circunstancias en que me hallaba. Yo, que desde hacía varias semanas tenía miedo hasta de mi sombra y que llegaba al extremo de cruzar de vereda cuando me encontraba con alguien, estaba allí, metido en una multitud. También ellas se mostraban sorprendidas, pero por otras razones. Dijeron ser vecinas y que se les había contado que aquellas prendas podían tomarse, porque ya no pertenecían a nadie, etc... Primero les hablé indignado, y luego, volviendo a la verja, retiré la llave: eran mis prisioneras; las encerraría en el almacén y saldría en busca de los oficiales del Lord Mayor. Me suplicaron de todo corazón, alegando que habían encontrado la verja abierta, tal como la puerta del almacén, indudablemente fracturada  por algún individuo que esperaba encontrar allí objetos de sumo valor. Esto parecía verosímil, pues la cerradura había sido saltada, y el candado, forzado, colgaba hacia el exterior. Y además los sombreros que faltaban no eran tantos. Me dije, por fin, que no era ese el momento de mostrarse riguroso y cruel. Lo cual, por lo demás, me habría obligado, necesariamente, a permitir que se me acercara mucha gente y a ponerme en relación con muchas personas cuyo estado de salud yo desconocía. Por entonces la peste había alcanzado tal violencia, que hacía cuatro mil víctimas por semana. Al poner de manifiesto mi enojo, o bien al procurar justicia para las mercancías de mi hermano, iba a arriesgar mi propia vida. De manera que me limité a tomar el nombre y la dirección de aquellas mujeres. Vivían realmente en la vecindad, y les aclaré que mi hermano les ajustaría las cuentas cuando regresara a su casa. Pero ya empleaba un tono algo diferente, y les pregunté cómo era posible que hicieran semejantes cosas, en medio de la calamidad general y frente a los más terribles juicios de Dios, justamente cuando la peste estaba allí, a sus puertas, quizá hasta en sus propias casas. ¿Sabían acaso si dentro de algunas horas el carro de la muerte no vendría en su busca para llevarlas a la tumba? Comprobé que mis palabras no causaban, mayor impresión, hasta el momento en quedos hombres, atraídos por el alboroto, se nos acercaron. Ambos conocían a mi hermano, pues habían sido empleados de la familia, y acudían en mi ayuda. Como eran vecinos, conocían a tres de las mujeres y me dijeron que efectivamente éstas vivían allí, con lo que pareció que los datos que me habían dado antes eran exactos. Esto trae a mi memoria algunos recuerdos  de aquellos hombres. Uno de ellos se llamaba John Hayward y era por entonces subsacristán en la parroquia de St. Stephen, en Coleman Street. Por subsacristán se entendía entonces el que cavaba las fosas y enterraba a los muertos. El hombre cargaba, o ayudaba a cargar, los cuerpos amortajados, con el ceremonial de costumbre. Cuando las pompas fúnebres quedaron suprimidas, él fue quien salió con la carreta y la campana a buscar los cadáveres, casa por casa. Debía recogerlos en las habitaciones mismas, pues la parroquia  presentaba, y aún presenta, la notable particularidad de poseer, más que cualquiera otra de Londres, un gran número de caminos y pasajes muy estrechos, por los que los coches no pueden internarse; razón por la cual era necesario internarse en ellas y transportar los cadáveres a través de una larga distancia. De aquellos pasajes todavía subsisten algunos, como Whit's Alley, Cross Key Court, Swan Alley, Bell Alley, White Horse Alley y muchos otros. Por allí iban con una especie de parihuela en la que depositaban los cuerpos para conducirlos a la carreta. Y el hombre que efectuaba aquel oficio nunca contrajo la enfermedad, sino que vivió unos veinte años  más y  era al morir sacristán de la parroquia. Su mujer cuidaba enfermos y atendió a muchos de los que murieron en la parroquia; los oficiales la recomendaban por su honradez: también ella permaneció indemne. 
Representación de la peste
 

Él no usaba preservativo alguno contra la  infección, a no ser la ruda y el ajo que siempre iba chupando y el tabaco que fumaba. El mismo me lo contó. En cuanto a los remedios de su mujer, éstos consistían en lavarse con vinagre la cabeza y en rociar también con vinagre el pañuelo que se ponía sobre el cabello, de manera que éste siempre estuviese húmedo; y si los olores de su enfermo eran más fuertes que de ordinario, aspiraba vinagre y volvía a rociar su velo, y se tapaba la boca con un pañuelo empapado igualmente en vinagre. 
Debo decir que la peste, por mucho que  arreciara con mayor violencia sobre los pobres, no impedía que éstos fuesen los más fueron a depositar el cuerpo de un apestado, justo al lado del flautista, creyendo que el desventurado era un cadáver dejado allí por algún vecino. Así cuando John Hayward, su campana y su carreta pasaron, encontraron en aquel umbral dos cadáveres, los recogieron con el instrumento de que se valían para ello, los arrojaron sobre la carreta y continuaron su fúnebre recolección. Durante todo ese tiempo, el cantor dormía profundamente. Por fin la carreta llegó al sitio en donde los cuerpos eran arrojados a tierra; era, lo recuerdo, en Mount Mill. Como de costumbre, se detuvieron un rato antes de volcar la triste carga. De pronto el hombre se despertó y trató de sacar la cabeza por entre los cadáveres; luego, irguiéndose, exclamó: 
-¡Eh! ¿Dónde estoy? 
Los hombres de servicio se sobrecogieron de miedo. Pero John Hayward, en seguida 
de una breve pausa, les volvió el alma al cuerpo: 
-¡Dios nos bendiga! -dijo-. En la carreta hay alguien que no está del todo muerto. 
Entonces otro gritó: -¿Quién eres? 
Y el mísero respondió: 
-Soy el pobre flautista. ¿Dónde estoy? 
-¿Dónde estás? -dijo Hayward-
. ¡Vaya! Estás en la carreta de los muertos, y nosotros 
estamos a punto de enterrarte.
 -Pero no estoy muerto, ¿verdad? 
Esta pregunta provocó 'una carcajada, aunque, como decía John, los asistentes se hallaban realmente espantados. Entonces ayudaron al pobre hombre a bajar de la carreta, y así regresó a sus asuntos. 


Daniel Defoe