El "Rock" in Rio, es un día, un festival, una semana, para estar contento de vivir la música. Niños de 4 años, adolescentes de 16, gente de 25-30-35 años, y grupos de amigos rondando los cincuenta. Allí todo el mundo tenía cabida. Lo importante era pasar un buen rato, al aire libre, con música de fondo continuamente, y celebrar la llegada del verano. Una tirolina de 200 metros de largo en continuo funcionamiento, la tradicional Noria gigantesca, y miles de tiendas, de lugares de reunión... de buena organización. Autobuses saliendo cada 3 minutos desde el Santiago Bernabéu hasta el recinto de Arganda del Rey. De todos los festivales, este puede ser de los que presuman de tener una organización más perfecta.
Cuando aún la marea de gente entraba en la ciudad del Rock con cuentagotas, sonaba el Pescao en el escenario mundo, con unos sonidos muy pop y muy lentos. La arena del escenario, prácticamente desierta aún, puesto que el calor era incipiente, y las fuentes y bares daban mucho juego. A eso de las 18:00, se acercaban al escenario los chicos de Maldita Nerea, y con ellos un poco más de gente, que coreaba prácticamente todos esos estribillos que siempre se han mantenido al margen de las radios. Mucho mérito el hueco que este grupo se ha hecho en el mundo de la música.
Más tarde, llegaba ya a empezar a dar ritmo al día uno de los grupos pop más consagrados españoles de los últimos años, La oreja de Van Gogh, en un concierto mucho más rockero de lo que una persona ajena a su música se podría esperar, con distorsión, con chorro de voz de Leire, y canciones, que en el fondo, todos conocemos por la fuerza de las radios. Desde luego, con este concierto, la gente se fue acercando al escenario principal, dejando de lado fuentes, tiendas y promociones. El césped estaba copado por parejas y grupos de amigos tirados escuchando su música, mientras la arena se empezaba a colapsar.
El mismo sentimiento se pudo apreciar cuando Macaco entró en escena. Tal vez el concierto menos coreado de todos los multitudinarios, aunque siempre con un sonido excelente, al igual que sus antecesores y sus futuros compañeros de escenario. Es el dato más positivo, el sonido fue en todos los conciertos inmejorable, además de las 42.000 personas que rondaron Arganda del Rey a lo largo del día. No faltaron esos temas de Macaco que se han escuchado hasta la saciedad, y ritmos bailables para ir entrando en calor en la noche que venía con aires fríos. Se despidió Macaco a ritmo de Monkey Man de The Specials para dar paso al primero de los dos grandes conciertos del día.
Lenny Kravitz encendiendo el ambiente |
Llegaba al escenario un tal Lenny Kravtiz , que acaba de estrenar su faceta de actor en Los juegos del Hambre, con gafas de sol, piel negra a juego con la noche, y ropajes de rockstar. Lo que empezó con sonidos muy pesados, más cercanos al rock duro, se fueron endulzando, se fueron tornando americanos, para llegar hasta los años 60. Always on the run, American Woman, Stand o la gran fiesta de la noche, Fly Away, llevaron sonidos hasta la ciudad del Rock que habían sido abandonados, o ni siquiera se habían buscado. Como se diría de manera cruda, una pasada de concierto. Probablemente, junto con The Black Keys, Lenny Kravitz sea de esos que no se cansan de buscar sonidos antiguos. Tiene la voz de Muddy Watters, las guitarras de los Rolling Stone, el alma de Aretha Frankiln. Conciertazo. Valía la pena solo por verle bailar por el escenario, interactuar con el público, y regalarnos solos de guitarra, grandísimo momentos instrumentales.
Maná y su puesta en escena |
Y voló el neoyorkino de Madrid para dejar paso a Maná, que dejó esos sonidos americanos, para acercar a Arganda el mejor rock latino que se puede oír. No faltaron ninguno de los clásicos de los mexicanos. Rayando el sol, Corazón Espinado, Labios compartidos, Vivir sin aire, El Muelle de San Blas. Todo con una gran ración de guitarras, de voces, de coros enloquecidos de la gente. Canciones "para las adicciones", para el amor, para la esperanza, para los despechos (como Mariposa Traicionera). Canciones reivindicativas en favor de los latinos. No faltó el Tequila, no faltó la conexión el público, que lo dejó afónico. No faltaron las luces apagadas y los móviles en alto. No faltaron fuegos artificiales, ni el desear suerte a España en la final de la Eurocopa. Fue un concierto emocionante, emotivo y movido, donde no faltó absolutamente nada que necesite un concierto de Rock. Ahí Arganda si tuvo su Rock in Rio. Solo importaba la música, el disfrute, el placer y las canciones. Fue una noche para soñar y para creer en la esperanza de que la música entre todos, podemos recuperarla.
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