Los descendientes


Es una buena película, pero tampoco es para tirar cohetes, como se ha pretendido. Compitiendo con The Artist o Woody Allen, esta película se ha quedado en la posición que se merece: Película taquillera y entretenida. 

Y eso que George Clooney no lo hace nada mal. El papel está bien, pero al director se le olvida que el espectador es inteligente. No es necesario que atraviese una derrota tras otra para empatizar con el actor. El guión, pese a ser una buena idea, naufraga en una idea final, o en un mensaje. Se queda en una historia plana, bien contada, desde el cariño y las bonitas playas de Hawaii. Los actores son demasiado actores-tipo. Es el cine más tradicional. El sufridor, el vividor, el duro, el tonto, el inocente. Están todos los personajes. 

Es una película para ir a ver acompañado, y que te hace volver a casa con el intento de ser una persona más familiar y agradable. Es el sentido de vida de los americanos. Es su estilo. Ese sueño americano no es otro. Estar forrado y vivir al margen del mundo en tu sofá. Pues ese es el protagonista. Sin embargo, es una película que habría recomendado ir a ver hace un mes. Ahora, con Luces Rojas, The Artist, El invitado, o el videoclub calentito con Medianoche en París, La piel que habito o Blackthorn, mi consejo es: Pon en el buscador de Ares: los descendientes. Pídete una pizza, y disfruta.

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