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No sé por donde empezar. No sé siquiera que tema a tratar, pero me atrevo, querida, a decir que he cambiado tu vida. No sé que esclarecer, no sé que acontecer, no sé que admirar, escribir es el sino de mi madrugada, pero me atrevo, querida, a decir que te he cambiado la vida. Mi amistad señala tres cabezas, orgullosas y dicharacheras, perros del hortelano, caniches con sombrero. Mi verdad amarra a lo clásico. Mi personalidad se ramifica en personas. Mi autenticidad es denominada por denominadores, nada comunes, siendo todos míos.

Almas de toreros, frente a gatitos panza arriba, la crudeza agota el pensamiento. La agudeza destroza a la vida. El sentido del humor o común, como guste mi merced llamarlo, es la base de nuestra fuente. Es la fuente de nuestra sabiduría. Es la sabiduría de nuestros conocimientos. Son conocimientos que forman nuestros principios. Son principios que aplicamos en la vida. Es una vida bien llevada.

Ríanse, camaradas. Ríanse si no quieren arrepentirse. Ríanse hasta de su sombra, de su gemelo, de su miedo más acojonante. Ríanse de la vida, que la vida ya se reirá de ustedes.

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