Las "bombas" de Venezuela.

Las bombas, para quién no lo sepa, son unos cánticos populares, donde reina la improvisación, y los hombres y mujeres se contestan con mucha ironía y dobles sentidos. Se da en hispanoamérica, y en México y Ecuador es algo muy conocido. Pero he querido destacar este de Venezuela, espero que os guste.

Me subí a la costa de arriba,
cogí una flor de helecho;
vení acá, vidita mía,
relicario de mi pecho.

Allá arriba en aquel alto
me tiraron un limón;
el limón cayó en el suelo,
y el golpe en el corazón.

Corazón de palo seco,
hoja de verde laurel,
el hombre que no tiene barba,
¿para qué pretende mujer?

Decís que no me queréis
porque yo no tengo barba;
andá a un corral de chivos:
ésos sí las tienen largas.

Hermoso pimpollo de oro,
hermoso botón florido,
no pierdas las esperanzas,
que yo no las he perdido.


Allá te mando un platillo
de yerbabuena florido;
entre cogollo y cogollo
va mi corazón partido.

En el monte soy picure
y en la montaña, venao;
de tu boquita y la mía
sale un clavel encarnao.

En un vaso cristalino
bajó un ave presto a beber;
como sos hombre casado,
no te puedo querer.

Por ser la primera vez
que yo bailo en este salón,
comparo mi parejita
con las estrellas y el sol.

Ya se va haciendo la noche
para yo seguir camino;
como soy mujer casada,
a nada me determino.

Clavelito colorado,
color de piña madura,
y en el centro de tu pecho
ha de ser mi sepultura.

Quererte, yo te quisiera,
estimarte, te estimara;
pero ya sabes que soy
de la libertad privada.

Por ser la primera vez
que bailo el Pato Bombiao,
la boca de mi pareja
parece un plato quebrao.


Ese verso que me echaste
lo sacaste de un pantano;
y con otro que me echés,
tenés cara de marrano.

Boquita de sereser,
boquita de seresar;
si querés que nos queramos,
vámonos pa’l platanal.

Boquita de seresar,
boquita de sereser;
si querés que nos queramos,
vámonos pa’ entre el café

(Ramón y Rivera, 1988).

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