Joaquín Sabina

Hoy, sábado nubloso en Madrid, la niebla viola la ciudad en busca de una explicación a este frío cerrado invernal, donde el agua caliente a las manos es un martillazo al alma.  
El cielo gris azulado, gris negro, azul oscuro, anuncia que hay que quedarse en casa. Que hoy no merece la pena nada fuera de ella. Ese recochineo desde el sofá, esa paz contra el mundo, ese bienestar. Hoy se merece un buen abrazo al abrigo de la música. Porque ni el cambio climático, ni Kyoto, ni Botticelli nos puede robar estas tardes tan poco mediterráneas, tan madrileñas. Ese invierno calado en los huesos. Este frío atroz, que rasga las vestiduras hasta que el sueño llega. Hasta que el caldo entra en las venas. Bendito invierno. Que sería de la poesía sin este mercado de agua contaminada. Qué sería de estas calles sin ese olor a libertad, a campo, a pasado... Que haríamos sin ver en escasas ocasiones que hay que pararse a pensar. Que sería del miedo sin la niebla, que sería del llanto sin las nubes. Que sería del amor sin la lluvia. Que sería de la felicidad con alas. Cómo sería vivir a un palmo del suelo, como sería vivir sin verlo. Maldito suelo, déjame volar. Bendita navidad, que te hace recapacitar. Bendita suerte que te hace prosperar. Bendito mundo, que desde que la conozco, amo la niebla, amo la lluvia, amo verla. 

Hoy es un día muy madrileño, muy nuestro. Es un día para Sabina. Disfrutad. 



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